Consagración, comunión
misión
Consagración
Consagración significa en su origen reserva: hay cosas o personas,
tiempos o lugares que deben separarse cuidadosamente de los otros. Pertenecen a
Dios y son sagrados.
Dentro de esta perspectiva, descubrimos que el cristiano, es por
esencia, un consagrado: por la fe se unió a Jesucristo, que recibe su espíritu y
pretende hacer que siga, su acción liberadora.
Siendo universal la llamada al seguimiento de Jesús y universal la
vida nueva que se ofrece a los creyentes, la consagración de los religiosos no
se puede separar de aquella que cultivan los restantes fieles.
Eso es cierto. Pero siendo una misma la vocación de todos los
creyentes son muchos los carismas y diversas las formas de expresarla sobre el
mundo. Entre ellas encontramos el carisma de la vida religiosa.
La vida religiosa
interpretó la opción de Jesús, como
un intento por crear un ideal de vida humana profundamente fuerte, radical y comprometida. Es por eso que los religiosos y religiosas buscan ser en el mundo signos visibles de la
buena Nueva del evangelio.
De manera especial son <<religiosos y religiosas>>
aquellos y aquellas que: viviendo fraternalmente, en castidad y en comunión de
bienes, atestiguan con su misma forma de existencia que Dios les ha cambiado:
han recibido la fuerza del Espíritu y serán consagrados.
Por un lado es vocación, llamada, gracia. Al mismo tiempo es una
escucha humana: es la respuesta que nosotros mismos cultivamos. Por eso la
consagración religiosa tendrá que traducirse en forma de compromiso comunitario
de caridad y a modo de misión salvadora para el mundo.
Comunión
Los que han sentido la llamada de Jesús, los que reciben la
influencia de su gracia y saben que el tesoro más grande está en el reino, han de ponerlo todo- vida y
bienes- al servicio de los otros.
El sentido primordial de toda vida religiosa consiste en la
creación de un ámbito de fraternidad o comunión donde puedan realizarse las
palabras de Jesús: ámense los unos a los otros.
Misión
De la fe y de
la caridad pasamos al nivel de la esperanza que ofrece dos dimensiones: es
certeza de la actuación de Dios que ha de llevar todas las cosas a su meta de
Reino y justicia; es exigencia de un trabajo misional en que se rinda testimonio de la fe y se exprese
el amor como acción de libertad a favor de los más necesitados.
la vida
religiosa dentro de la Iglesia
no posee en exclusiva un tipo de misión particular. Pero tiene una función
carismática importante que se puede condensar en tres niveles: ofrece testimonio
de fe; señala con su vida el Reino que se acerca; lo expande con sus
actividades ya concretizadas.