lunes, 28 de enero de 2013

La Oración




La oración

¿Qué es la oración?

Esquema Básico

Ø  Elevación. Toda oración implica un movimiento ascensional. El hombre puede elevarse sobre sí, trasciende los niveles anteriores de la vida y se sitúa –interrogante, gozoso, esperanzado- ante un misterio de gracia que puede responderle.
 En este gesto el hombre a de negarse a sí mismo, conforme a la palabra radical del evangelio. Negación supone aquí descentramiento: reconozco mi límite, renuncio a toda forma de entender el mundo en la que deba actuar como absoluto. Sólo de ese modo, cuando asumo mi propia finitud y admito mis limitaciones, puedo trascenderme por encima de mí mismo. Por llevarme hacia ese plano, la oración implica un gesto de renuncia creadora y puede presentarse como un lugar que desconozco, poniéndome en las manos de aquel que me trasciende y que puedo controlar con mis poderes. Por eso, la oración incluye un gesto de confianza.
Ø  Pasividad. El orante es un hombre que aprende a escuchar, ejercitándose en el más hondo silencio: se pone en gesto de quietud y aguarda. De esa forma puede acoger la voz de Dios cuando se Dios le habla. El orante es hombre que se deja amar: su pasividad consiste en permitir que Dios le vaya transformando, enriqueciendo con su gracia.
Ø  Encuentro. Orar es dialogar con Dios en clave de confianza: “tratar de amor con aquel que sabemos nos ama”, decía teresa de Jesús. El trato se vuelve así costumbre y la costumbre intimidad. Por eso, la oración es ejercicio de presencia: Dios vive en el hombre, el hombre vive y se realiza en lo divino.
Toda mi existencia está fundada en la experiencia gratuitamente necesaria de ese encuentro. Soy persona en la medida en que otros hombres me han amado y acogido, abriéndome el camino de la vida, de manera que yo pueda realizarme como independiente, es decir, como yo mismo. Pues bien, situado ante el misterio de Dios, me reconozco persona en la medida en que descubro que Dios me ha dado el ser porque me ama; me hace ser independiente, me sitúa ante su propia ley, me ofrece su asistencia.
Ø  Recuperación. Parece, en un momento, que oración es olvidarse: dejar todas las penas y cuidados de la tierra y quedar así traspuesto, en manos del misterio. Pues bien, el verdadero orante es quien despierta para vivir sobre la tierra, descubriendo y gozando de manera más profunda los valores de las cosas.

Aplicación

Ø  plano del ver. Analizo mi propia oración, revisando con Citera detención sus elementos, conforme al esquema propuesto.
Ø  plano del juzgar. He de buscar las causas que motivan mi tipo de plegaría, sus valores, sus defectos, sus problemas.
Ø  plano del actuar. lo puedo concretar en un nivel de principio y de aplicaciones. A nivel de principios, puedo programar mi vida de oración. a nivel de aplicaciones practico los momentos de oración mostrados.