Somos
frutos de la alianza de amor de Dios con cada hombre. En la alianza, Dios toma
la iniciativa: lo hace llamándonos a la vida. Esta convocación a la aventura de
existir podemos llamarla propiamente vocación. La vida cristiana es con
frecuencia entendida y presentada como vocación, esto es, como una respuesta a
la llamada de Dios. Efectivamente, la categoría de la vocación abarca uno de
los aspectos más característicos y esenciales de la vida cristiana: el hecho de
que es la respuesta a la iniciativa de un amor precedente de Dios más que una
iniciativa que nazca en el hombre.
"el maestro está ahí y te llama" (Jn.
11, 28). Nos llama a todos, no solo a
algunos: "vengan a mí los que están
fatigados y agobiados" (Mt. 11,28)
"si
alguno quiere venir en pos de mi, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y
sígame" (Lc. 10,27).
La
identidad cristiana no se la inventa, no se la elige, no se la acepta, se la
recibe como un don. Al comienzo de la aventura de la fe se halla, pues, un amor
creador, que llama a la existencia a las cosas que no existen (Rom.4, 17).
Hablar de la vida cristiana como una vocación, por lo tanto, es, ante todo,
reconocerle a este amor la iniciativa original en el más completo
sentido:..."porque El nos amó primero"(1Jn. 4,19).
Dios
invita a todos a crecer en Jesucristo y a seguirlo: todos fuímos llamados a
vivir en comunión con el Hijo de Dios (Cf. 1 Cor. 1,9). así lo definía San
Pablo: "los que de antemano conoció,
también llamó a producir la imagen de su Hijo" (Rom. 8,29). Sin este
llamado, nadie sería cristiano. Todo cristiano es convocado y tiene, por tanto,
una vocación.
Cristo llama
a participar en su misión
El
papel que la persona debe desarrollar durante su vida constituye su propia
misión. Para esto ha sido llamado el hombre a la vida. la llamada de Cristo es
siempre personal, pero exige una vida comunitaria de pertenencia responsable a
toda la comunidad de los redimidos. Es una llamada a participar en la misión
que Jesús recibió del Padre.
Podríamos decir que existen
diversas vocaciones cristianas o aspectos de una misma vocación: llamada a la
fe, a la Santidad, al apostolado; llamada según los carismas particulares,
llamada a un ministerio de profetismo,
de culto, de caridad o de servicio comunitario; llamada a un estado de vida
laical, consagrada, sacerdotal, etc. Totas estas y otras posibilidades de
vocación cristiana tienen una responsabilidad misional propia.