" La motivación es el facto dinámico
direccional que activa y dirige el comportamiento humano hacia un objetivo
preciso. Es energía cuidada, fuerza intencional, es lo que el sujeto quiere de
verdad, aunque a veces sin pretenderlo e incluso en contraste con otros
objetivos expresos y nobles. Cada uno debe tratar de captar la orientación
general de su vida, de lo que quiere hacer, tal como brota de las distintas
motivaciones que observa en la base de su ser y de su obrar".[1]
Las
motivaciones son razones claras y conscientes que una persona tiene para
decidirse por una vocación y justificarla antes los demás. Por ejemplo, querer
seguir al Señor, desear ser apóstol para evangelizar y servir a los hermanos,
comprometerse en una opción preferencial por los pobres, querer dar la vida por
el reino. Los motivos son fácilmente comunicables. Ellos son signos
vocacionales válidos cuando la persona percibe, sin duda razonable, que el tipo
de vida que quiere elegir es el mejor para ella y por razones sobrenaturales.
Aclarando:
1.
Sin duda: No existe un fundamento positivo
para tener miedo a seguir la vocación
deseada, al contrario, tiene motivos y justificaciones para eso.
2.
Preferible: No sería el único tipo de
vida a ser asumido, pero para la persona es el mejor.
3.
Razones:
a. Naturales
(egocéntricas): están dirigidas al bien de la persona. Buscar en primer lugar
la propia realización. Si esas prevalecen, la vocación no trae la transparencia
del llamado de Dios, necesita ser discernida y purificada.
b. Sobrenaturales (oblativas): dirigidas hacia fuera,
hacía el bien de los otros. Buscar principalmente la salvación, la liberación,
y la realización de los otros a través del servicio. En la oblatividad aparece el signo de Dios.
¿Qué
motivaciones están en la base de tus decisiones? Esa es la pregunta que tenemos
que hacernos constantemente. Porque existen también razones más complejas donde
los motivos conscientes y juicios de valor de la persona se mezclan con sus
necesidades inconscientes, y juntos, llevan a una decisión. Son fuerzas
internas que emergen, regula, sustentan muestras acciones más importantes. Son
las causas más profundas del comportamiento humano. Puede explicar mejor los
propios motivos de la decisión.
Tanto
el acompañante como el acompañado, deben prestar mucha atención a esta área por
tratarse de la más importante en el discernimiento, ya que son las motivaciones
las que afirman o condicionan una opción. Es también una de las áreas más
difíciles, porque cuando las motivaciones se enraízan en el inconsciente, no
dejan hacer un conocimiento y una
evaluación más directos.
Motivaciones
oblativas, maduras, válidas
Son
aquellas que brotan de un clima de libertad, se integran en un desarrollo
equilibrado de la personalidad y están efectivamente ligadas a la esencia de la
vocación. Por ejemplo, la donación gratuita y total al servicio de los hermanos
y al reino hecha con alegría.
·
El equilibrio de una persona capaz de
motivaciones oblativas se manifiesta por la capacidad de integrar los gustos
(intereses), conveniencias (provechos), aptitudes, valores y necesidades
positivas, con el servicio a los otros, en un conjunto armónico y plenificante.
·
El clima de libertad vivido en la decisión, la
veracidad de los motivos probada en el testimonio existencial, la transparencia
consigo y con los otros, el autoconocimiento y la alegría profunda y duradera,
indican una personalidad madura e integrada, capaz de motivaciones oblativas,
auténticas y válidas que dan consistencia y seguridad a la vocación.
·
El motivo y la motivación suprema y central de
una vocación cristiana, consiste en descubrir u asumir por elección personal,
incondicional y amorosa, al Señor, entregándose a Él con voluntad firme y
capacidad de sacrificar todo lo demás para vivir este amor personal.
Motivaciones egocéntricas conscientes
Son aquellas
que se apoyan en necesidades reales y personales del vocacionado. Por ejemplo:
gusto por el estudio, por la soledad, por el orden, por el liderazgo...A veces
hay motivaciones donde tienen primacía los aspectos emocionales: euforia,
exaltación, idealismo irreal, etc. Todas estas motivaciones son insuficientes
para justificar la vocación, pero no están necesariamente en contra ella.
·
Cuando las motivaciones egocéntricas son positivas,
o sea que van en la misma dirección que las motivaciones maduras, por ejemplo,
el deseo de liderar, la satisfacción por servir, por estudiar, etc., es preciso
evitar que predominen en la elección y
se han de integrar con las motivaciones profundas.
·
Cuando son negativas, o sea, disonantes en
relación con las motivaciones maduras, es preciso analizarlas y transformarlas
en fuente de potencialidades positivas. Por ejemplo: el miedo a casarse o a
tomar una responsabilidad más exigente, dificultad de enfrentar los desafíos de
la vida...
Motivaciones
egocéntricas inconscientes
Son aquellas que tienen
relación y dependen de necesidades profundas. Pueden evocar comportamiento de
naturaleza compulsiva, por ejemplo actitudes de autodefensa, agresión, dominio,
inferioridad, etc. no dependen de la voluntad y disminuyen el grado de libertad
y de responsabilidad de la persona, pues
esta se desconoce.
Motivaciones
inconscientes, pueden también influenciar a una persona en busca de una
seguridad personal débil o inexistente, porque así se encuentra adaptada en su
ambiente o en la sociedad.
·
De este contexto existencial pueden brotar vocaciones falsas o que no tienen una
consistencia suficiente, por ejemplo: vocaciones que van buscando refugio,
valoración, ventajas materiales, seguridad, una familia, la vocación como
deber, como garantía de salvación, como miedo a la sexualidad, como huída del
mundo. También muchas personas que optan por una vocación matrimonial,
sacerdotal, religiosa, están condicionadas en su elección por algunas de estas
motivaciones.
Otros
mecanismos inconscientes que pueden contribuir para una vocación no auténtica
son: la identificación, la oposición, la compensación de inferioridad,
sentimientos de angustia, etc.