La pastoral vocacional mercedaria de Argentina, busca acompañar jóvenes (varones y mujeres) que se preguntan por su misión y lugar en el mundo, es decir, el lugar donde nos podamos sentir realizados y felices por nuestra entrega cotidina. No procuramos dar una respuesta, es la misma persona que en el proceso de discernimiento va descubriendo lo que busca; nuestra misión es ayudar a que esa respuesta sea sincera.
viernes, 4 de diciembre de 2015
LA MAS BELLA ORACIÓN
LA MAS BELLA ORACIÓN
Dios, dame el día de hoy fe para seguir adelante;
Dame grandeza de espíritu para perdonar;
Dame paciencia para comprender y esperar;
Dame voluntad para no caer;
Dame fuerza para levantarme si caído estoy;
Dame amor para dar. Amén
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Dios, dame el día de hoy fe para seguir adelante;
Dame grandeza de espíritu para perdonar;
Dame paciencia para comprender y esperar;
Dame voluntad para no caer;
Dame fuerza para levantarme si caído estoy;
Dame amor para dar. Amén
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Discernir
Discernir ¿Qué significa?
ir o andar por un camino
que tiene como destino
encontrar tu identidad
o lo que tu quieres ser;
pero mira y sed cociente
y no digas ciegamente:
esto no voy a beber.
No pretendas elegir
solo gestos exteriores
que no contienen valores;
solo son modalidad
que no te van a servir,
porque son cosa sabida
que se adhieren a la vida
sin hacer tu identidad. Daniel Poli. "Señor aqui estoy".canción
Defiende siempre tu Yo,
encausa tus sentimientos
y busca conocimientos
con mucha asiduidad.
También debes alcanzar
y esto en forma urgente
saber tratar a la gente
con respeto y amistad.
(Poesía autor: Anjo Dan)
AÑO DE PEDRO NOLASCO: UN AVENTURERO DE DIOS.
Mi camino tiene un comienzo sencillo y oculto, semejante a las cosas simples de la vida…Cuando era chico vivía en un pueblito chiquito de Francia, en Mais Saintes Puelles, alrededor del año 1180, sobre una colina y rodeado de montañas. Los tejados de las torres, propios de la época en que viví, eran el marco propicio para que mis padres, Guillermo y Teodora, se conocieran y uniendo sus vidas decidieran formar una familia. Desde tiempo atrás mi padre aprendió de mi abuelo el oficio de mercader, lo que significaba en términos claros, una buena posición económica. Mamá era una mujer hermosa, la recuerdo trabajando codo a codo con mi padre; padres comunes que luchaban por trazar un horizonte nuevo a sus vidas que se unían.
En aquel pueblito sólo viví
hasta los quince años. Mis amigos compartían conmigo las travesuras propias de
nuestra edad, nos gustaba escaparnos a la siesta a la falda de un monte donde construíamos casitas
de piedra semejantes a las del pueblo. Durante mi primera infancia mi vida transcurrió
entre juegos y mimos, hasta que mi padre enfermó y experimenté fuertemente el
dolor de perderlo. Nunca imaginé que sucedería tan rápido. Tengo los mejores
recuerdos de él, y cuando los hago presentes, descubro que profundas huellas
dejó en mí.
Fue muy difícil para mi
madre y para mí enfrentar este dolor. Si bien había muchas personas que nos
acompañaban, sólo ella y yo comprendíamos lo que implicaba seguir caminando la
senda que con tantos anhelos había iniciado, pero ahora sin él.
Pasaron dos años apenas de
aquel acontecimiento que marcó la primera gran etapa de mi vida, cuando otra vez me toca padecer
la enfermedad de un ser querido: mi madre. Aquella tarde mientras acomodábamos
mercadería recién llegada, mamá sufrió una fuerte descompostura. No supe que
hacer, corrí a buscar ayuda pero cuando regresé con ella ya era tarde, mamá
había muerto. Lloré amargamente su partida y hasta me revelé con Dios porque
sentí que me había abandonado. Durante varios días estuve solo, me costaba
entender el porque del dolor y el sufrimiento. Unos amigos se acercaron y me
ayudaron a descubrir que no todo terminaba allí, que tenía mucho por andar,
mucho por hacer.
Al cumplir dieciocho años,
un pariente de papá me animó a salir de mi pequeño pueblo para emigrar a una
ciudad que me diera más posibilidad y porque no, la oportunidad con la que
quizás formaría mi propia familia. Debo confesarles que nunca imaginé que
llegaría este momento. Pero bueno, cada vez me convenzo más de que la vida de
una persona es como un barco, cuyo rumbo el timonero nunca termina de conocer.
Simplemente navegamos mar adentro.
Cuando llegué a Barcelona,
me encontré con un mundo totalmente diferente. Allí logré sacar de mí algo que
seguramente guardaba desde siempre: la astucia, la rapidez, y por que no la
sagacidad para comprar y vender.
Soy muy afortunado porque
siempre hubo amigos que compartieron esfuerzos y desafíos. Confieso que no soy
alguien que pueda vivir solo. Pude emprender mi empresa con el paso del tiempo
y la ayuda de todos ellos, me fascinaba la idea de entrar en contacto con otras
personas, regatear precios, en fin, fui un aventurero.
Como se darán cuenta, entre
una cosa y otra, fui llegando a este segundo momento de mi vida, marcado por
dos cosas esenciales: comenzar a valerme por mi mismo y trabajar codo a codo
con otros compañeros para concretar lo que mi padre soñó para mí, y lo que yo
mismo anhelé desde muy joven: ser comerciante.
Mercancías, joyas, finas
telas, especies, son la felicidad y el orgullo de muchos hombres que como yo
transitaron el mundo en viaje de negocios. Muchas veces me dejé fascinar por la
posibilidad de poder que tenía entre mis manos, sin embargo, nunca perdí de
vista el valor de las cosas simples y pequeñas, el valor de lo que pasa
inadvertido a los ojos de la gente, la charla con un buen amigo, un momento de
tranquilidad para dialogar con Dios, una buena obra a favor de una persona
pobre. Creo que esto no lo conseguí por mis propios medios, sino que lo heredé
como un tesoro enorme de mis padres. Ellos cultivaron en mí la sensibilidad por
lo que sucedía a mi alrededor, por los pobres y desde allí me enseñaron a
descubrir el rostro de Dios que también se hizo pobre para salvarnos.
Creo que estos
sentimientos, esta manera de ver el mundo me permitió, en los distintos viajes
que hice hacia África, descubrir realidades muy duras que me golpearon fuerte
el corazón. Se trataba de hombres y mujeres que por causa de ser cristianos,
eran apresados, sometidos, torturados en nombre del dios Alá.
Aquellas personas estaban
grabadas en mi mente y en mi corazón, y al volver a España no podía olvidarlas.
Esta situación me hizo valorar más mi fe; el testimonio de aquellos hombre y
mujeres me hacían pensar en la posibilidad que yo tenía de celebrar los
misterios de Dios sin ningún obstáculo. En mí se produjo algo totalmente
extraño, sentí la necesidad de hacer algo por ellos y no lo dudé ni un
instante. Junto a mis amigos decidimos usar los recursos que teníamos, aquellos
que sabíamos hacer (comprar y vender), para librar al menos algunos hermanos de
aquellas horribles cárceles.
Años más tarde, me vi
envuelto en una empresa totalmente nueva e increíble. Había puesto todo a favor
de aquella causa de liberación.
Ellos, los cristianos, eran mi perla
preciosa. Me ayudaron a comprender el sentido de mi vida, que durante años
estaba buscando, me enseñaron a valorar el precio de mi propia vida y de mi
libertad, el precio de mi fe.
Para esta época, ya tenía
alrededor de cuarenta y cinco años, no había formado mi propia familia, y sin
embargo no estaba solo puesto que mi familia eran mis hermanos, aquellos que
compartían mis ideales y también los pobres cautivos que una vez liberados
compartían un buen tiempo de sus vidas con nosotros.
Quienes me conocieron desde
niño nunca se imaginaron que mi vida recorrería estos rumbos, y a decir verdad
yo tampoco. Soy un hombre sorprendido por Dios y fascinado por los desafíos que
la vida me fue ofreciendo…yo sólo quería
ser feliz, pero Él quiso que también hiciera de mi vida algo valioso.
Siento que detrás de mi
proyecto, de tu proyecto de vida, hay un sueño, un anhelo de alguien más grande
que quiere que vos no sólo seas feliz sino que hagas de tu vida algo valioso.
Hoy me recuerdan como fundador de la “familia mercedaria”, es más, algunos
dicen que la obra que organicé con mis hermanos y amigos se asemeja a la
redención de Jesús. Yo no entiendo de cuestiones complicadas ni de Teología,
sólo sé que mi vida fue para mí la posibilidad de hacerme más amigo del Padre
Dios y de mis hermanos más pequeños, de sentir de cerca su amor, comprender que
me creó por amor y para amar. Así de simple, yo amé con lo que siempre fui: un
comerciante y por eso aprendí a comprar la vida de mis hermanos cautivos,
pagando como rescate mi propia vida. No se asusten chicos, el Padre no les pide
más de lo que pueden dar, ni más de lo que saben hacer. No se compliquen la
vida, no se rompan la cabeza, miren a su alrededor y oren pidiendo la luz para
ver y actuar cuanto antes.
¿Qué motivos descubrís para seguir a Jesús?
" La motivación es el facto dinámico
direccional que activa y dirige el comportamiento humano hacia un objetivo
preciso. Es energía cuidada, fuerza intencional, es lo que el sujeto quiere de
verdad, aunque a veces sin pretenderlo e incluso en contraste con otros
objetivos expresos y nobles. Cada uno debe tratar de captar la orientación
general de su vida, de lo que quiere hacer, tal como brota de las distintas
motivaciones que observa en la base de su ser y de su obrar".[1]
Las
motivaciones son razones claras y conscientes que una persona tiene para
decidirse por una vocación y justificarla antes los demás. Por ejemplo, querer
seguir al Señor, desear ser apóstol para evangelizar y servir a los hermanos,
comprometerse en una opción preferencial por los pobres, querer dar la vida por
el reino. Los motivos son fácilmente comunicables. Ellos son signos
vocacionales válidos cuando la persona percibe, sin duda razonable, que el tipo
de vida que quiere elegir es el mejor para ella y por razones sobrenaturales.
Aclarando:
1.
Sin duda: No existe un fundamento positivo
para tener miedo a seguir la vocación
deseada, al contrario, tiene motivos y justificaciones para eso.
2.
Preferible: No sería el único tipo de
vida a ser asumido, pero para la persona es el mejor.
3.
Razones:
a. Naturales
(egocéntricas): están dirigidas al bien de la persona. Buscar en primer lugar
la propia realización. Si esas prevalecen, la vocación no trae la transparencia
del llamado de Dios, necesita ser discernida y purificada.
b. Sobrenaturales (oblativas): dirigidas hacia fuera,
hacía el bien de los otros. Buscar principalmente la salvación, la liberación,
y la realización de los otros a través del servicio. En la oblatividad aparece el signo de Dios.
¿Qué
motivaciones están en la base de tus decisiones? Esa es la pregunta que tenemos
que hacernos constantemente. Porque existen también razones más complejas donde
los motivos conscientes y juicios de valor de la persona se mezclan con sus
necesidades inconscientes, y juntos, llevan a una decisión. Son fuerzas
internas que emergen, regula, sustentan muestras acciones más importantes. Son
las causas más profundas del comportamiento humano. Puede explicar mejor los
propios motivos de la decisión.
Tanto
el acompañante como el acompañado, deben prestar mucha atención a esta área por
tratarse de la más importante en el discernimiento, ya que son las motivaciones
las que afirman o condicionan una opción. Es también una de las áreas más
difíciles, porque cuando las motivaciones se enraízan en el inconsciente, no
dejan hacer un conocimiento y una
evaluación más directos.
Motivaciones
oblativas, maduras, válidas
Son
aquellas que brotan de un clima de libertad, se integran en un desarrollo
equilibrado de la personalidad y están efectivamente ligadas a la esencia de la
vocación. Por ejemplo, la donación gratuita y total al servicio de los hermanos
y al reino hecha con alegría.
·
El equilibrio de una persona capaz de
motivaciones oblativas se manifiesta por la capacidad de integrar los gustos
(intereses), conveniencias (provechos), aptitudes, valores y necesidades
positivas, con el servicio a los otros, en un conjunto armónico y plenificante.
·
El clima de libertad vivido en la decisión, la
veracidad de los motivos probada en el testimonio existencial, la transparencia
consigo y con los otros, el autoconocimiento y la alegría profunda y duradera,
indican una personalidad madura e integrada, capaz de motivaciones oblativas,
auténticas y válidas que dan consistencia y seguridad a la vocación.
·
El motivo y la motivación suprema y central de
una vocación cristiana, consiste en descubrir u asumir por elección personal,
incondicional y amorosa, al Señor, entregándose a Él con voluntad firme y
capacidad de sacrificar todo lo demás para vivir este amor personal.
Motivaciones egocéntricas conscientes
Son aquellas
que se apoyan en necesidades reales y personales del vocacionado. Por ejemplo:
gusto por el estudio, por la soledad, por el orden, por el liderazgo...A veces
hay motivaciones donde tienen primacía los aspectos emocionales: euforia,
exaltación, idealismo irreal, etc. Todas estas motivaciones son insuficientes
para justificar la vocación, pero no están necesariamente en contra ella.
·
Cuando las motivaciones egocéntricas son positivas,
o sea que van en la misma dirección que las motivaciones maduras, por ejemplo,
el deseo de liderar, la satisfacción por servir, por estudiar, etc., es preciso
evitar que predominen en la elección y
se han de integrar con las motivaciones profundas.
·
Cuando son negativas, o sea, disonantes en
relación con las motivaciones maduras, es preciso analizarlas y transformarlas
en fuente de potencialidades positivas. Por ejemplo: el miedo a casarse o a
tomar una responsabilidad más exigente, dificultad de enfrentar los desafíos de
la vida...
Motivaciones
egocéntricas inconscientes
Son aquellas que tienen
relación y dependen de necesidades profundas. Pueden evocar comportamiento de
naturaleza compulsiva, por ejemplo actitudes de autodefensa, agresión, dominio,
inferioridad, etc. no dependen de la voluntad y disminuyen el grado de libertad
y de responsabilidad de la persona, pues
esta se desconoce.
Motivaciones
inconscientes, pueden también influenciar a una persona en busca de una
seguridad personal débil o inexistente, porque así se encuentra adaptada en su
ambiente o en la sociedad.
·
De este contexto existencial pueden brotar vocaciones falsas o que no tienen una
consistencia suficiente, por ejemplo: vocaciones que van buscando refugio,
valoración, ventajas materiales, seguridad, una familia, la vocación como
deber, como garantía de salvación, como miedo a la sexualidad, como huída del
mundo. También muchas personas que optan por una vocación matrimonial,
sacerdotal, religiosa, están condicionadas en su elección por algunas de estas
motivaciones.
Otros
mecanismos inconscientes que pueden contribuir para una vocación no auténtica
son: la identificación, la oposición, la compensación de inferioridad,
sentimientos de angustia, etc.
¿qué es la vocación?
Somos
frutos de la alianza de amor de Dios con cada hombre. En la alianza, Dios toma
la iniciativa: lo hace llamándonos a la vida. Esta convocación a la aventura de
existir podemos llamarla propiamente vocación. La vida cristiana es con
frecuencia entendida y presentada como vocación, esto es, como una respuesta a
la llamada de Dios. Efectivamente, la categoría de la vocación abarca uno de
los aspectos más característicos y esenciales de la vida cristiana: el hecho de
que es la respuesta a la iniciativa de un amor precedente de Dios más que una
iniciativa que nazca en el hombre.
"el maestro está ahí y te llama" (Jn.
11, 28). Nos llama a todos, no solo a
algunos: "vengan a mí los que están
fatigados y agobiados" (Mt. 11,28)
"si
alguno quiere venir en pos de mi, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y
sígame" (Lc. 10,27).
La
identidad cristiana no se la inventa, no se la elige, no se la acepta, se la
recibe como un don. Al comienzo de la aventura de la fe se halla, pues, un amor
creador, que llama a la existencia a las cosas que no existen (Rom.4, 17).
Hablar de la vida cristiana como una vocación, por lo tanto, es, ante todo,
reconocerle a este amor la iniciativa original en el más completo
sentido:..."porque El nos amó primero"(1Jn. 4,19).
Dios
invita a todos a crecer en Jesucristo y a seguirlo: todos fuímos llamados a
vivir en comunión con el Hijo de Dios (Cf. 1 Cor. 1,9). así lo definía San
Pablo: "los que de antemano conoció,
también llamó a producir la imagen de su Hijo" (Rom. 8,29). Sin este
llamado, nadie sería cristiano. Todo cristiano es convocado y tiene, por tanto,
una vocación.
Cristo llama
a participar en su misión
El
papel que la persona debe desarrollar durante su vida constituye su propia
misión. Para esto ha sido llamado el hombre a la vida. la llamada de Cristo es
siempre personal, pero exige una vida comunitaria de pertenencia responsable a
toda la comunidad de los redimidos. Es una llamada a participar en la misión
que Jesús recibió del Padre.
Podríamos decir que existen
diversas vocaciones cristianas o aspectos de una misma vocación: llamada a la
fe, a la Santidad, al apostolado; llamada según los carismas particulares,
llamada a un ministerio de profetismo,
de culto, de caridad o de servicio comunitario; llamada a un estado de vida
laical, consagrada, sacerdotal, etc. Totas estas y otras posibilidades de
vocación cristiana tienen una responsabilidad misional propia.
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